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Y TÚ, ¿QUÉ TIENES EN LA CABEZA? DIÁLOGO ENTRE ABUELOS Y NIETOS, NOVIEMBRE 2018. SEGUNDA PARTE: ASOMBRO, PREGUNTAS Y REFLEXIÓN

Ellen Duthie

SESION 18 de noviembre, 2018.
Espacio Abierto Quinta de los Molinos.

Diálogo entre abuelos y nietos impartida por
Ellen Duthie (Wonder Ponder).

SEGUNDA PARTE: ASOMBRO, PREGUNTAS Y REFLEXIÓN



Tras las presentaciones y confesiones (ver primera parte), pasamos a "presentar” la filosofía y a jugar un poquito a ser filósofos.

¿Qué dijimos sobre la filosofía? y ¿qué pensamos sobre algunas imágenes de Wonder Ponder que observamos, nos asombraron, nos despertaron preguntas y nos hicieron pensar.

¿QUÉ ES LA FILOSOFÍA?

Ellen había contado ya algo acerca de sí misma pero le faltó algo muy importante:  En la universidad, estudió filosofía. Preguntó si alguien tenía alguna idea de qué es eso. “Por ejemplo si yo digo que soy “filósofa”, ¿a qué me dedico? ¿qué es lo que hago?”.

Enseguida apareció una primera palabra: “pensar”. Estábamos de acuerdo en que una filósofa piensa. Algunos nietos y nietas empezaron a ensayar el gesto de pensar y se nos dio muy bien. Ellen añadió que una filósofa no piensa de cualquier manera. Piensa largamente, no se conforma con un ratito. Piensa cuidadosamente, quiere comprenderlo todo. Y para ello, también hace algunas otras cosas muy importantes para ser buenos filósofos.

¿QUÉ HACE UNA FILÓSOFA?

UNA FILÓSOFA OBSERVA
Para ser buenos filósofos es importante observar. Observar cada detalle, fijarnos muy bien en todo. Que no se nos escape ni un detallito. Nos encanta cotillear la realidad.

En ese momento lo primero que se puso observar Ellen fue la silla que tenía a su lado y todos se apuntaron a la observación. Tiene cuatro patas. ¿Es necesario que la silla tenga cuatro patas? ¿O seguiría siendo una silla si tuviera solo tres? Pensamos en cómo tendrían que estar dispuestas las patas para que siguiera funcionando como silla (tendrían que ser gruesas, dijo alguien, o estar dispuestas en triángulo dijo otra persona) y así, sin quererlo, empezamos a pensar sobre lo que hace que una silla sea una silla.

UNA FILÓSOFA SE ASOMBRA
Claro, ¿y que es lo que pasa cuando te pones a observar todo con mucho detalle? Pues que te repente hay cosas que te asombran: ¡Ooooooh! ¡Ooooooh! ¡Ooooooh! Qué raro es todo. ¡Qué rara es esta vida! ¡Qué raro nuestro cuerpo, estos brazos, esta voz, esta lengua que comprendemos todos y con la que nos comunicamos! ¡Qué raro es existir!

UNA FILÓSOFA PREGUNTA
Y ese asombro, lleva a preguntarse: ¿Eeeeeh? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Qué? Y sobre todo, sobre todo, a los filósofos les encanta preguntarse ¿Por qué?

Se pasan el día preguntando.

Pero no cualquier pregunta. Cuando se hace filosofía se hacen preguntas filosóficas.

Por ejemplo, a una filósofa no le interesa demasiado la pregunta: “¿Os gusta el filete con patatas?” ¿Por qué no nos interesa?

Una de las nietas indica que la respuesta a esa pregunta es “solo cuestion de gustos” y por eso no le parece filosófica.

Alguien más añade que es una pregunta demasiado fácil. A los filósofos les gustan las preguntas más difíciles. Preguntas que no son fáciles de responder, no se responden con un sí o con un no, que hay que pensar para contestarlas

PENSAR / REFLEXIONAR
Para dar la mejor respuesta posible a estas preguntas, no queda más remedio que pensar. Y pensar con mucho cuidado, sin prisas. Así es como construimos respuestas.

DIALOGAR
Y nos gusta pensar junto a otras personas, escuchando lo que tienen ellos en la cabeza y compartiendo con ellos lo que tenemos nosotros en la cabeza. Pensamos que otras personas pueden tener muy buenas ideas y muy buenas respuestas y nos interesa ver si sus respuestas son mejores que las nuestras. ¡A veces es sorprendente lo buenas que pueden ser las ideas de los demás! Así que también es muy importante para los filósofos dialogar. 

Y a eso habíamos venido. ¿Seríamos capaces de ser buenos filósofos? ¿De hacer buenas preguntas? ¡Decidimos probar!

Para ayudarnos a arrancar, vimos una serie de imágenes, de los libros de Wonder Ponder, que Ellen crea con la ilustradora Daniela Martagón, y seguimos ese procedimiento: OBSERVAR (a ver, a ver…), ASOMBRARNOS (¡ooooh!), PREGUNTAS (¿eeeh?), PENSAR (mmmmm…) Y DIALOGAR (blábláblá).

¿Listos?

La primera imagen tiene mucho que ver con el nombre del taller. Y tú, ¿qué tienes en la cabeza?  

Empezamos por observar y describir todo lo que vemos.  

“Hay un niño y una doctora y un señor con una gorra y están mirando los pensamientos dentro de la cabeza del niño..”

“¿Cómo sabemos que es una doctora?”

“Porque lleva una bata blanca.”

“Lleva un telescopio”, dice alguien.

“Un estetoscopio”, precisa otra persona.

“Un monitor, un aparato.”

Enseguida nos empezamos a fijar en las expresiones del niño: “tiene cara de susto”.

“Está con la cabeza “así”.

¿Qué nos dice la postura del niño? ¿Está cómodo?

“No se le ve cómodo. Tiene los brazos cruzados.”

“Y la cara de la doctora nos dice que tiene algo malo.”

“O podría ser algo sorprendente.”

Uno de los nietos recoge los dos puntos anteriores y los une: “Algo sorprendente malo”.

“¿Quién será el señor?” pregunta Ellen.

“El padre, podría ser.”

“El ayudante de la doctora.”

“El dueño de la máquina.”

PREGUNTAS

“¿Qué preguntas tenemos sobre la imagen?”

Elena pregunta que por qué tiene el pelo verde.

Ellen anima a todos a lanzarse. “Vamos a jugar a hacer todas las preguntas que se nos ocurran.”

Otro nieto pregunta también sobre el pelo del señor, que lo tiene verde oscuro.

Una abuela interrumpe para preguntar si solo preguntar los niños o si también pueden preguntar los abuelos. “Todo el mundo, puede preguntar todo el mundo.”, dice Ellen.

Otra persona se fija en que los personajes tienen la piel totalmente blanca.

“‘¡El niño tiene el reloj en la mano derecha!” observa un nieto particularmente observador.

Otro niño observa que el niño tiene el pelo naranja.

¿Por qué le habrán llevado a la doctora?

“Porque está enfermo.”

“Porque han querido.”

A una de las nietas le parece que hay algo raro en la vestimenta del señor: “¿Por qué el señor tiene una mezcla de ropa deportiva y para trabajar?”

Es verdad que es curiosa la elección de ropa. Hace que sea difícil saber quien es.

“Puede que haya ido al médico porque se ha sentido mareado.”

Decidimos leer la frase de la imagen: “Es un lector de pensamientos. Tranquilo, solo pita si detecta algo malo. Piiiii piiiiiiii PIIIIIIIIIIIIIIIII!”

¿Qué preguntas nos hacemos?

“¿Qué pensamiento habrá detectado?”

“¿Qué habrá visto?”

“¿Qué pensamiento malo habrá detectado?”

“A mí el tema de la gorra esa deportiva… yo no sé qué pinta ahí. Ni un papá, ni un técnico…”

“¿Te parece sospechosa esa gorra?”

“Es por algo… “

“A mí también me parece sospechosa.”

“¿Por qué la doctora tiene cejas y los otros no tienen?”

“¿No tienen o están escondidas?”

“Se les han escondido del susto que se acaban de dar.”

“Se les han subido para arriba”.

Estamos haciendo preguntas sobre la imagen. Pero y si nos imaginamos que estamos en ese mundo, donde hay una máquina que nos puede leer los pensamientos.

¿A quién le gustaría ir al médico para que te leyeran los pensamientos?

“¡A mí! ¡A mí!”

¿Sí?

¡Estamos sorprendidos!

¿Por qué te gustaría que te leyeran los pensamientos?

Porqueeeee… puees.

Tiene que ser por algo.

¿No os preocuparía?

A lo mejor quiere conocer sus pensamientos secretos.

¿Quién tiene pensamientos secretos?

Al principio algunos somos reacios a reconocerlo. Pero poco a poco vamos reconociendo que sí.

¿Y a quién le gustaría que le leyeran los pensamientos secretos?

“¡Entonces dejarían de ser secretos!”

¿A quién le dejarías tú leer los pensamientos?

“A muy poquitas personas.”

“¿A quién, por ejemplo?”

“A mi compañero de vida.”

“¿Todos los pensamientos?”

“Sí… después de 46 años… no hay secretos.”

¿A algún amigo? ¿A tus padres?

“¡No!” “¡No!”

¿A alguien más? ¿A un profesor?

“A mi familia.”

A tu familia entera. ¿A toda?

“A casi todos.”

¿Para qué podría servir esta máquina?

“Para ver los pensamientos en el monitor.”

“¿A quién deberíamos poder leerles los pensamientos?”

“A nadie.”

Uno de los nietos plantea algo interesante: “Bueno, si el quiere…” Y nos podría surgir la pregunta: Aunque alguien se prestara a ello, ¿estaría bien leerle todos los pensamientos?

¿Y si fuera un criminal que estaba pensando en cometer un crimen atroz?

“Eso habría que hacerlo. En ese caso sí.”

¿En ese caso te parece que sí?

“Porque si no sabemos lo que va a hacer pueden robar de verdad y si lo sabemos podemos ya estar preparados.”

¿Estamos de acuerdo todos?

“¡No!” “¡Sí!” “¡No!”

¿Por qué no?

“Porque creo que no debemos podernos anticipar a nada, aunque sea para impedirlo. No, no estoy de acuerdo. “

¿No deberíamos poder leer sus pensamientos?

“No.”

“Podría haber errores”.

“¿Y si esa persona va de camino a cometer el crimen y por el camino con alguien que le ayuda y se arrepiente? Y si se encuentra con un amigo que le propone que vaya a jugar al fútbol. Y dice uy, pues me voy a jugar al fútbol. Y entonces si nosotros bos hubiéramos anticipado, lo hubiéramos hecho sin razón”.  

Estamos de acuerdo de que está complicada la cosa.  Y algunos hemos cambiado un poco de opinión escuchando las cosas interesantes que han dicho los demás.

Hemos pasado a la siguiente imagen:

Una abuela exclama enseguida: “¡La ilusión de mi vida, poder volar!”.

Un nieto se lanza a observar y a describir: “Hay un niño que está volando con los pájaros en el mar”.

¿Por el mar?

“Se ve más bien en las nubes”.

“¿Por qué el niño tiene el pelo así?”

Nos intriga mucho el pelo en este grupo. Y arrancamos con las hipótesis:

“Porque no se había peinado.”

“Por el viento.”

“Yo sueño muchas veces que vuelo. Una sensación maravillosa.”

¿A quién de aquí le gustaría volar?

A todos nos gustaría en principio, pero a Rodrigo y a Aitor no.

“Porque te caes y te mueres”.

Imaginemos que pudiéramos volar sin caernos y sin morirnos. Por ejemplo, porque tuviéramos alas.

¿A quién le gustaría tener alas?

“Si nos arrancaran las alas…”

Si nos arrancaran las alas, tendríamos problemas. ¿Pero con alas? ¿Tú volarías con alas?

Algunos dicen que no.

“Porque te despluman y te caes”, dice Rodrigo.

¡Estamos catastróficos!

A Aitor no le gustaría, no le atrae la idea.

Pero a otras personas sí: “Porque me gustaría ver cosas desde el cielo”.

Tiene que ser interesante verlo desde el cielo, a vista de pájaro.

Hablamos de la diferencia entre volar en un avión y volar con nuestro cuerpo y estamos de acuerdo en que la experiencia sería muy diferente.

¿A dónde iríamos si supiéramos volar?

“A otros países.”

“Atravesar el mar.”

“A Londres.”

¡Rumbo a Londres!

¿"Por qué Londres concretamente?

“Porque me gusta el inglés y me gusta Londres.”

Entonces tu primera parada con cuerpo volador sería Londres.

“Yo me iría al campo”.

¿Por qué?

“Porque me gustaría ver animales y acampar.”

“Tendría ventajas y desventajas. Te podría atacar algún animal”.

¿Seríamos más felices si supiéramos volar?

“¡Sí!” "

“Yo no”

“Nos daría más libertad. Podríamos decir “hoy me apetece ir al campo” y “hoy me apetece ir a Londres”.

Una nieta ha pensado en una desventaja: “me iría a tantos sitios que me podría perder”.

Otro nieto lo tiene claro: “a mí me gusta quedarme en casa”.

El marciano Rodrigo

Imaginemos un marciano (el nuestro se lamará Rodrigo) que nos dice que no entiende qué es feliz. ¿Cómo se es feliz? Cómo hacemos una receta de la felicidad para que Rodrigo lo entienda?

“Amor.”

“Abrazos.”

“Besos.”

“Tener amigos buenos. Amistad.”

“Hacer lo que te gusta.”

“Saber lo que te gusta. Saber lo que quieres.”

“Paz.”

“Jugar.”

“Hacer amigos nuevos.”

“¿Siempre, todos los días?”, pregunta alguien.

“Bueno, todos los días quizás no haga falta pero de vez en cuando sí.”

“Tener salud.”

“Tener alimentos.”

“Las cosas que necesitamos para vivir.”

“Respirar aire limpio.”

“Tener un sitio donde vivir.”

“Ropa, abrigo.”

Y entonces alguien dice: “Libertad.”

Ellen muestra otra escena para observar, preguntar y pensar.

Parece una cárcel. Leemos la frase de abajo: “¡Pero qué a gustito se está hoy” "¡Me quedaría aquí para siempre!”.

¿Están a gusto?

“Sí, porque han buscado la manera de estar a gusto. Leyendo, hablando con una compañera, tomando el sol.”

“Una parece que va a tener un bebé.”

“Otra está jugando.”

“Pero una está aquí, que se le ve con una bola amarrada.”

“Esa no tiene tanta libertad.”

“Es para que no te puedas mover tanto.”

Entonces al marciano, ¿qué le decimos?

Si nos comenta el marciano: En esta imagen parece que todo el mundo está muy féliz, en la cárcel.

“Menos la guardia, que tiene una cara…”

“Pero las demás sí. Entonces el marciano nos pregunta: ¿Se puede ser feliz en la cárcel?”

“Se puede ser medio feliz, a temporadas, pero no del todo feliz, no todo el rato.”

¿En la receta del marciano incluimos entonces “libertad”?

“¿Hay que tener libertad para ser feliz? “

“Hay que estar contento con uno mismo, es lo principal, por eso esta gente dentro de la carcel han debido de encontrado su forma de estar.”

“Admitir lo que nos va pasando en la vida.”

Una abuela completa la respuesta anterior: “Sin ser resignación”.

“Tener libertad interior.”

“Volar con la mente.”

“Aunque estés encarcelada, puedes volar con la mente.”

“¡Fuera miedos!” exclama una abuela.

¿Es posible ser feliz teniendo miedo?

¿Alguien tiene miedo a alguien aquí?

“¿A qué tenéis miedo?”, pregunta una nieta.

“A la oscuridad”. A esto tenemos miedo muchos de los que estamos sentados en círculo.

¿Ese miedo nos impide ser feliz?

“Sí.”

¿Si hay oscuridad no puedes ser feliz?

“¡No!”

¿Cómo podríamos ser felices en la oscuridad?

“En una discoteca. “

“En el cine”.

Se objeta que en la discoteca y en el cine no está del todo oscuro.

“En la imaginación. Cerrando los ojos e imaginándote que no está oscuro.”

“¡Qué buena idea!”

“Podrías fabricar lámparas para acabar con la oscuridad”.

“Otra idea buenísima.”

¿Qué más cosas le podríamos hacer al marciano?

“Respetar a los demás.”

¿Cómo te hace eso feliz?

“Porque si respetas a los demás, ellos también te respetan a los demás y no te tratan mal.”

“También hace feliz regalar a los demás tiempo o cosas, o regalos.”

¿Y cómo hace feliz eso?

¿Por qué te hace feliz regalar tiempo?

“Nuestra felicidad tiene que ver a veces con hacer felices a los demás.”

“Así estamos rodeados de personas felices. “

¿Alguna cosa más?

“Sentirse satisfecho con uno mismo”.

“Hacer las cosas lo mejor que podamos.”

¿Qué os parece la receta de la felicidad? ¿Falta algo? Seguro que falta algo y seguro que algo de lo que está podría salir de la lista quizás, pero para el ratito corto que hemos estado, estamos bastante satisfechos con nuestra receta de la felicidad.


Acabamos con una rica conversación sobre cómo se imaginaban sus vidas los abuelos cuando eran pequeños y cómo se imaginan los nietos su vida cuando sean mayores, antes de despedirnos hasta otra.

Qué gusto de sesión.

Qué a gusto hemos observado, qué a gusto nos hemos asombrado, y qué a gusto hemos pensado y dialogado.

La próxima sesión es el 16 de diciembre, ¡esta misma mañana!


Las sesiones de Diálogo entre abuelos y nietos ¿Y tú qué tienes en la cabeza? tienen lugar el tercer domingo de cada mes. La siguiente sesión será este domingo 16 de diciembre en Espacio Abierto La Quinta de los Molinos. Inscripciones aquí.

CICLO DE DIÁLOGOS FILOSÓFICOS ENTRE ABUELOS Y NIETOS

Wonder Ponder 
Ciclo de diálogos filosóficos entre abuelos y nietos 
Público familiar. Dos grupos (nietos de 6 a 8 años y de 9 a 12 años) 
Aula 1 
21 de octubre, 18 de noviembre y 16 de diciembre 
11 h. (Nietos de 6 a 8 años) y 12.30 h. (Nietos de 9 a 12 años) 
4 euros (tanto adultos como niños) 
Duración: 1 hora
Número de plazas por sesión: 12 (por parejas: un abuelo o abuela, con su nieto o nieta)

¿Qué llevaría una receta para la felicidad? ¿Quién debe mandar, y por qué? ¿Qué es bonito y qué es feo? ¿Y quién lo decide? Cierra los ojos e imagina el ser más libre que se te ocurra. ¿Cómo sería su cuerpo?, ¿cómo sería su mente? Si pudieras intercambiarte el cerebro con alguien, ¿a quién elegirías y por qué?

 En cada una de las sesiones temáticas, una serie de escenas intrigantes, ideadas por unas filósofas e ilustradas por una artista, nos servirán de trampolín para el diálogo filosófico.

Todos los que os lancéis a participar, tendréis la oportunidad de construir juntos vuestras propias respuestas a algunas de las grandes preguntas de la filosofía, aquellas para las que no existe una única forma de contestar, pero para las que sí existen respuestas mejores que otras.

Juntos, trataremos de encontrar las mejores, mientras disfrutamos dialogando y descubrimos cosas sorprendentes los unos de los otros.

Inscripciones aquí.