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Un niño de 5 años explica por qué le parece más cruel matar a un perro que a una hormiga

Ellen Duthie

La primera caja de Wonder Ponder, Mundo cruel, salió al mercado el pasado mes de noviembre con una edad recomendada de a partir de ocho años.

Sin embargo, el concepto de Filosofía visual para niños y los primeros materiales que hicimos surgieron en el seno de Filosofía a la de tres, un proyecto de filosofía con niños de preescolar que realiza la autora de Wonder Ponder Ellen Duthie en un colegio público de Madrid. 

Los primeros materiales que hizo la autora junto con la ilustradora Daniela Martagón fueron precisamente los proto-materiales de la primera caja Mundo cruel y se testaron con niños de cuatro años (¡alguno tenía tres!).

A continuación, ofrecemos una transcripción, traducida, de un breve diálogo mantenido entre una madre y su hijo de cinco años sobre una de las escenas de nuestra caja, en la que una niña aparece matando una hormiga con un lápiz.

Madre: ¿Qué está haciendo la niña?  

Niño: Está matando una hormiga con un lápiz puntiagudo. 

Madre: ¿Te parece cruel? 

Niño: Sí, porque es una manera muy bruta. Así: "cha cha cha". 

Madre: ¿Por qué te parece bruta la manera de matar a la hormiga? 

Niño: Porque la niña tiene la cara un poco bruta. Está poniendo cara de mala. 

Madre: ¿Tú has matado alguna vez una hormiga? 

Niño: Sí, pero no de esa manera bruta, bruta. 

Madre: ¿Cómo la has matado tú? 

Niño: Pues con el dedo, o con el pie, sin querer.

Madre: ¿Nunca queriendo? 

Niño: Sí, una vez maté una hormiga queriendo con el dedo, pero era un poco sin querer también. Le puse el dedo encima para ver qué pasaba y la maté. No pensaba que fuera tan fácil matarla. Estaba muy blanda, yo creía que eran más duras.  

Madre: ¿Y fuiste cruel? 

Niño: Creo que un poco, sí. 

Madre: ¿Te acuerdas que la semana pasada descubrimos un pequeño hormiguero en la terraza de la cocina? ¿Y que lo "limpiamos"? Matamos a muchas hormigas. ¿Te pareció cruel?

Niño: Bueno, un poco, porque se murieron, pero creo que no es igual que la niña. Tú las mataste para proteger nuestra comida. Pero la niña es muy mala. Está matando a la hormiga como riéndose, para divertirse.  

Madre: ¿Y te parece más cruel matar por diversión que matar por necesidad -o porque se piensa que se tiene necesidad-? 

Niño: Sí, porque matar por diversión no sirve para nada, solo para divertirte con algo que en realidad no es muy divertido. Pero matar para proteger la comida o si te pica un bicho, para que no te pique más, eso es diferente. 

Madre: ¿Y si, por ejemplo, viviéramos en el campo y viniera un perro a tratar de robarnos la comida? ¿Estaría justificado matarlo? 

Niño: ¿Un perro? ¡No! Si viniera un perro, llamamos a su dueño. Y reñimos al dueño, porque no sabe controlar a su perro, como cuando hacen caca en la calle y no lo recogen o cuando los dejan sueltos en parques y asustan a los niños. 

Madre: ¿Y si no tuviera dueño, si fuera un poco salvaje? 

Niño: (breve pausa) ¡Ah! Ya sé. ¡Podríamos llamar a una perrera! 

Madre: ¿Por qué te parece diferente matar un perro y matar una hormiga? 

Niño: El perro es muy grande. Matarlo sería demasiado cruel. 

Madre: ¿Es por el tamaño, entonces? ¿Cuanto más grande más cruel matarlo?

Niño: Sí, matar a los animales grandes es muy cruel. 

Madre: ¿Entonces te parece peor matar un elefante que un caniche?

Niño: Mmmmm. No. No, las dos cosas son crueles. 

Madre: Pero te parece más cruel matar un caniche que una hormiga. 

Niño: Sí.   

Madre: ¿Y por qué crees que te parece más cruel? 

Niño: Pues un perro... es más parecido a una persona. 

Madre: ¿En qué se parece más a una persona? 

Niño: En los ojos. A un perro, si le miras a los ojos, parece que te habla. Con una hormiga, no pasa eso.

Madre: ¿Crees que los perros son más inteligentes que las hormigas? 

Niño: Sí, mucho más inteligentes. Por eso. 

Madre: ¿Entonces no es tanto cuestión de tamaño como de inteligencia? 

Niño: Bueno, las dos cosas. Porque si un elefante tuviera una inteligencia de mosquito, también sería cruel matarlo. 

Madre: ¿Crees que la hormiga sufre? 

Niño: No lo sé. 

Madre: ¿Crees que la hormiga tiene miedo?

Niño: No lo sé tampoco, pero creo que sí. 

Madre: ¿Por qué lo crees? 

Niño: Porque si pones un dedo cerca de una hormiga, sale corriendo. Sabe que hay un peligro.

Madre: ¿Crees que la niña merece un castigo? 

Niño: Sí. 

Madre: ¿Qué castigo crees que sería apropiado? 

Niño: Que todas las hormigas fueran y le mordieran. 

Madre: Y si es en un colegio, ¿el profesor debería ponerle un castigo? 

Niño: Sí. 

Madre: ¿Y cuál sería el castigo que tú le pondrías si fueras el profesor? 

Niño: Decirle a las hormigas que muerdan a la niña. 

Madre: ¿Eso te parecería lo más justo? 

Niño: Sí, es el castigo que se merece. "Si tú matas a mi amiga, te muerdo a ti. ¡Mala!"

Madre: Si tú te encontraras a una niña o a un niño haciendo lo que está haciendo la niña, ¿qué harías?

Niño: Le diría: "¡Eh! ¡Eh! ¡Eh! ¡Que los lápices son para dibujar! ¡No para matar!"

Madre: ¿Te ha gustado mirar esto y hablar conmigo? 

Niño: Sí, pero ahora te quiero preguntar yo...

Madre: Adelante. 

Niño: ¿Y a tí? ¿Te parece cruel la niña? ¿Por qué? 

[y continuó la conversación...]

(c) Wonder Ponder (Un sello de Traje de Lobo, S.L.).