Ahora en serio: Que levante la mano quien no hubiera matado a Blancanieves
Ellen Duthie
Muchos ejemplos de crueldad espantosa, tanto los ocurridos a lo largo de la historia como los que están ocurriendo mientras lees esto, son el resultado de un grupo de personas que consideraríamos bastante "normales" obedeciendo órdenes de una o varias personas a las que consideraríamos "malas".
Otros ejemplos de crueldad espantosa son el resultado de un orden de acontecimientos menos claro, en el que una persona o un grupo de personas adopta o continua con un determinado "modo de hacer las cosas" (haciendo ciertas cosas y no haciendo otras), que lleva a una crueldad espantosa ejecutada como parte de "lo que se hace" y en la que a veces ni siquiera se para uno a pensar.
Una variante de esta última situación es el caso, por ejemplo, en el que se es cruel con alguien como consecuencia de un esfuerzo por encajar o adaptarse a las presiones externas de "lo que hacen todos los demás". Si todos mis amigos en el colegio piensan que María es X, Y y Z y la tratan de forma cruel, es fácil dejarse llevar por la inercia de la situación y participar de forma más o menos activa en la crueldad, o quizás simplemente como observadores (¿puede que la observación sea más activa de lo nos gusta a veces pensar?).
¿Por qué parece ser que nuestro sentido de la obediencia es a veces más fuerte que nuestro sentido del deber de comportarnos de forma decente con los demás?
¿Cuándo debemos desobedecer o ignorar a la autoridad?
¿Existen situaciones en las que no somos libres de desobedecer?
¿Qué es lo que hay que tener para desobedecer a la autoridad cuando hace falta?
¿Somos responsables de los actos de crueldad que cometemos bajo la orden de otro -sea una persona o una institución-? ¿O es la persona o institución que da la orden la única responsable de la crueldad?
¿El miedo por nuestra propia seguridad justifica ser cruel con otra persona? ¿Matar a Blancanieves sería "comprensible", dadas las posibles consecuencias para el cazador a manos de la reina?
¿Con qué frecuencia son realmente ciertas las siguientes afirmaciones?
"No me quedaba otra. Tuve que hacerlo."
"Yo por mi cuenta no puedo cambiar el funcionamiento de las cosas."
"Si defiendo a María, todos van a empezar a ser crueles conmigo también."
Incluso en las ocasiones en las que puedan ser ciertas, ¿constituirían una justificación razonable de nuestra crueldad?
Una de las preguntas más interesantes sobre la crueldad para la filosofía -y para la psicología- es cómo es posible que personas perfectamente "normales" ("normales" en una escala de crueldad percibida) sean capaces de comportarse de formas extraordinariamente crueles por un deseo de complacer a la autoridad o de encajar. Nuestra necesidad de obedecer y de acoplarnos a las situaciones puede ser más potente que nuestra necesidad de evitar ser crueles con otros.
La primera caja de Filosofía visual para niños de Wonder Ponder, Mundo Cruel, invita a hacerse estas preguntas y muchas otras sobre distintos aspectos y perspectivas de la crueldad, proporcionando un "mapa visual de la crueldad" para niños (¡y adultos!) que pretende servir como base para el desarrollo de un "mapa filosófico de la crueldad" propio.
Texto de Ellen Duthie, ilustración de Daniela Martagón.
(c) Wonder Ponder (Un sello de Traje de lobo S.L.).