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Por qué nunca haríamos un título sobre la bondad o sobre la aceptación de la diversidad

Ellen Duthie

Ya antes de lanzar nuestro primer título, Mundo cruel, escribimos el post ¿Quién se atreve a no adoctrinar? en el que tratábamos de explicar la diferencia entre partir de una idea o de un valor que como autoridades adultas consideramos necesario y conveniente inocular en niños y jóvenes y partir de un problema, duda o pregunta genuina que como acompañantes adultos consideramos interesante indagar junto con niños y jóvenes. 

Cuando hacemos un taller o una presentación de Mundo cruel  y del proyecto Wonder Ponder  de filosofía visual para niños en general solemos pedir al final que los asistentes nos hagan sugerencias de temas para futuras cajas en los que les interesaría pensar. 

Prácticamente sin excepción, todas las sugerencias parten de una necesidad percibida de que los niños aprendan a pensar "bien" sobre determinadas realidades. Pensar "bien" aquí se traduce en pensar lo que creemos que deben pensar. En las últimas presentaciones con niños y padres, por ejemplo, dos de las sugerencias que hemos recibido han sido la bondad y la aceptación de la diversidad.

Empecemos por la bondad.

Su nueva robot-hija es la bondad personificada. 

Su nueva robot-hija es la bondad personificada. 

"Aparte de la crueldad, también se podría hacer una caja de un tema más bonito, como la bondad".  Aunque la sugerencia vino de un niño, varios padres estuvieron de acuerdo. Les gustaba la idea de filosofía visual para niños, les gustaba el enfoque y la forma de hacer dialogar y pensar, pero ¿realmente era necesario abrir la serie con un título sobre la crueldad? "Es la única duda que tengo", nos decía una madre. 

La bondad es menos interesante filosóficamente, o más bien, lo es especialmente en relación con la maldad. ¿Por qué? Principalmente porque no solemos tener problemas para explicar la bondad. Pero la maldad nos perturba. La crueldad gratuita nos deja sin palabras, literalmente. ¿Cómo podemos encajar estos actos dentro de la naturaleza humana sin que nos sacuda? ¿Cómo podemos incluso reconocernos en ciertos comportamientos crueles o "malvados" y seguir manteniendo que en general somos buena gente? Chocan conceptos, chocan ideales, chocan metas. Y salta la chispa necesaria para preocupar, para enganchar filosóficamente, para querer buscar respuesta mediante la reflexión. Una caja con 14 escenas sobre la bondad, ¿cómo sería? ¿cómo engancharía? ¿cómo interesaría? 

Cuando se nos sugiere hacer cajas sobre temas como la bondad o la generosidad, lo que se reclama realmente es que demos modelos positivos en lugar de modelos que se consideran como negativos. Pero en Wonder Ponder no entendemos que las escenas de crueldad que se incluyen en nuestro primer título se presenten como modelos negativos, sino como modelos reconocibles como uno mismo o como alguien que uno conoce en actitudes que nos cuesta encajar y comprender y que nos dan que pensar. 

El mercado de la literatura infantil está repleto de modelos positivos de bondad, generosidad y tolerancia. Al niño no se le dice otra cosa: sé bueno, acepta a los demás, comparte. 

Para comprender hasta qué punto se les taladra a los niños con estos mandamientos y mensajes, baste reproducir el comentario de un niño en la presentación reciente sobre esta imagen: 

¿Es cruel?
"Sí".
"¿Por qué?"
"Porque no lo está compartiendo con los cachorros". 

¿Y qué tal el tema de la aceptación de la diversidad? 

Aquí, la propia expresión ya es tramposa. Puede que hiciéramos una caja sobre la diversidad, sobre "el otro", sobre "lo otro". Esto podría dar mucho que pensar. Pero no se puede "pensar" sobre la aceptación de la diversidad. No se puede "pensar" sobre la tolerancia. Expresado así, lo que realmente buscamos es dar un mandamiento: sé tolerante, acepta al distinto. En Wonder Ponder no nos interesan los mandamientos, sino rascar los mandamientos para ver qué hay detrás. Nos interesa el matiz, la excepción, la duda. Pensar en situaciones donde choca nuestro impulso inicial con el supuesto mandamiento, analizar la validez del impulso inicial, comprender los motivos, pensarlos. ¿Es posible que este proceso de pensamiento acabe por reforzar el mandamiento que algunos quieren inculcar? En muchos casos es muy probable, pero el camino por el que se ha transitado hasta llegar a la asimilación del "mandamiento" es muy distinto en un caso y en otro. 

Como decíamos en aquel post  ¿Quién se atreve a no adoctrinar? que mencionábamos al inicio, nos interesa mucho más la profundidad, la complejidad y la autenticidad de los valores y posturas cuando son el resultado de un proceso de reflexión libre sin censura en lugar de un proceso de adoctrinamiento, imposición o suave influencia en la dirección "adecuada".  

Dicho lo cual, ¡nos encanta recibir propuestas para futuros temas! Podéis hacerlo en nuestro Facebook