¿Quién se atreve a no adoctrinar?
Ellen Duthie
La primera caja de Wonder Ponder, Mundo cruel, que saldrá a la venta el 20 de noviembre, coincidiendo con el Día Mundial de la Filosofia, pretende proporcionar un mapa visual de la crueldad a partir del cual los lectores puedan ir formándose su propio mapa filosófico de la crueldad. ¿Qué cosas pertenecen a la categoría de crueldad y qué cosas pertenecen a una categoría distinta? ¿Cómo definimos crueldad? ¿Qué elementos es necesario tener en cuenta para evaluar la crueldad de una acción? ¿Es un fenómeno exclusivamente humano?
Las pocas imágenes de Mundo cruel que hemos ido mostrando en las redes sociales, sin ninguna selección consciente, han resultado ser escenas que suscitan preguntas acerca de la crueldad animal en alguna de sus variantes. Y nos han interesado algunos de los comentarios que hemos recibido, que se han referido al proyecto como “ecologista” “pro-derechos de los animales”, “de concienciación vegetariana” o incluso “pro-vegano”.
El motivo por el que nos han resultado interesantes estos comentarios es porque parecen asumir que todo el material para niños, incluso el que se enmarca a sí mismo dentro de la categoría de “filosofía para niños”, tendría la intención de inculcar determinadas ideas o valores en ellos. En un contexto en el que incluso los que están en contra del adoctrinamiento imperante, acaban proponiendo lo que suele convertirse en un adoctrinamiento alternativo, parece difícil de concebir una posición no adoctrinadora. Pero Wonder Ponder pretende precisamente eso.
De las catorce escenas que contiene la caja Mundo cruel (más otras dos en blanco con las que el lector puede contribuir al proyecto, ideando e ilustrando sus propias escenas de crueldad), unas seis representan imágenes de crueldad animal de algún tipo.
Está la escena de la familia sentada a la mesa a punto de servirse una rica sopa de gato y la escena de una niña matando una hormiga con cierto deleite. Hay una escena de un niño enjaulado, al lado de animales varios también en jaulas, mientras un alienígena se zampa un helado y se dispone a visitar el zoo. Hay también una escena de realidad invertida donde una rata grande y científica estudia a un niño postrado sobre una camilla.
Para un proyecto que pretende presentar una suerte de mapa de la crueldad, podrá decirse que seis de catorce escenas dedicadas a cuestiones animales son muchas, sí, pero el caso es que dentro del fenómeno de la crueldad, la variante de la crueldad animal es una de las más frecuentes y filosóficamente interesantes que hay. La crueldad animal plantea preguntas sobre nuestras definiciones de “persona”, de “responsabilidad”, y también sobre el derecho de las personas sobre las vidas de las no-personas, entre otras muchas más.
Pero la caja también contiene otras escenas en las que los animales no son protagonistas. Por ejemplo, la escena de un padre que obliga a su niño a bañarse mientras éste grita y patalea. “Cuanto antes dejes de patalear, antes terminamos”, le dice el padre al niño mientras su hermano espera aterrado al fondo del cuarto de baño. ¿Existe la crueldad “por nuestro propio bien”?
Zoom de la escena de un padre bañando a su hijo.
También hay escenas que representan acciones de crueldad realizadas bajo mandato, por obediencia a la autoridad. ¿Cómo afecta nuestra valoración de una acción de crueldad el que haya sido mandada por una autoridad o que se le haya ocurrido al agresor solito?
Hay escenas de castigo que suscitan preguntas sobre la posible justificación o no de la crueldad. ¿Puede justificarse alguna vez?
Hay una escena de crueldad en un patio de colegio que plantea preguntas sobre la responsabilidad de todos los actores, también de los que observan:
Zoom de la escena de crueldad de patio.
Muchas de las escenas contienen también acciones secundarias, paralelas a la principal, que plantean más cuestiones o añaden complejidad a la cuestión principal. En total, son muchas las preguntas filosóficas sobre la crueldad que puede suscitar la caja.
Las cajas Wonder Ponder buscar suscitar preguntas y diálogos sobre las posibles resuestas a esas preguntas, sin intención de dirigir el diálogo a ninguna postura determinada. La caja Mundo cruel no es ecologista, no es pro-vegetariana ni noi pro-derechos de los animales. Sí es cierto que, entre otras muchas preguntas, susctia algunas que pueden llevar a reflexiones sobre nuestros hábitos de comer carne de animales, sobre la existencia de zoos, sobre la importancia (o no) de la vida de una hormiga. Pero lo que buscan las cajas es suscitar preguntas genuinas en el lector, que tratará de responder a ellas y de argumentar su respuesta de la forma que mejor le parezca en base a su reflexión.
Otro comentario que hemos recibido ha sido que parece un material perfecto para la “educación en valores”. Pero… “¿no hay respuestas?”, han añadido enseguida, algo sorprendidos. “Esto va a poner muy nerviosos a los padres o profesores”.
No, la caja no viene con respuestas. (Sí viene con un mapa visual filosófico de la crueldad que puede servir de guía para niños, familias, profesores y mediadores).
Tampoco partimos de ningún concepto, idea, opinión ni valor que deseemos inculcar en los niños lectores de nuestra caja Mundo cruel.
No tenemos un punto de llegada al que deban dirigirse los lectores.
Sí ofrecemos un punto de partida de observación, de indagación y de cuestionamiento real de nuestro mundo, nuestra vida, nuestros hábitos y nuestras actitudes.
Sí ofrecemos una pequeña sacudida a la inercia de nuestras razones por las que hacemos las cosas.
Pero no tenemos contenidos que insertar en el lector ni valores concretos y “correctos” que transmitirles.
Nos interesa mucho más la profundidad, la complejidad y la autenticidad de los valores y posturas cuando son el resultado de un proceso de reflexión libre sin censura en lugar de un proceso de adoctrinamiento, imposición o suave influencia en la dirección "adecuada".
En caso de que haya mediador (nuestras cajas están hechas para que los niños las lean y miren y piensen a solas o en compañía), solo le pedimos una cosa: que se atreva a no adoctrinar. ¿Y eso cómo se hace? Pensamos que mediante un acompañamiento genuino en el proceso de la indagación. Las preguntas que propone Mundo cruel no sabemos cómo contestarlas la gran mayoría de los adultos y aquellos que sí pensamos que las sabemos contestar es muy probable que nos beneficiáramos de una reflexión sobre nuestras razones y justificaciones.
Wonder Ponder presenta la filosofía como un juego que dificulta premeditadamente el adoctrinamiento. Mediadores, jueguen ustedes también y atrévanse a no adoctrinar.
Texto de Ellen Duthie, ilustraciones de Daniela Martagón.
(c) Wonder Ponder (Un sello de Traje de Lobo, S.L.).